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          Desde la infancia nos acostumbramos al mundo que nos rodea, 
          percibido a través de nuestros cinco sentidos; es en esta etapa 
          del desarrollo mental cuando se constituyen los conceptos fundamentales 
          de espacio, tiempo y movimiento. La mente no tarda en aferrarse a estas 
          nociones, hasta tal punto que más tarde llegamos a creer que 
          nuestra imagen del mundo externo, basada en ellas, es la única 
          posible; imaginar la menor transformación nos resulta demasiado 
          paradójico. Pese a todo esto el desarrollo de métodos 
          físicos exactos de observación y el ahondamiento en el 
          análisis de las relaciones observadas han conducido a la ciencia 
          moderna a la conclusión de que este fundamento "clásico" 
          fracasa al ser aplicado a la descripción detallada de los fenómenos 
          generalmente inaccesibles a la experiencia cotidiana. Lo cual exige, 
          para la descripción correcta y coherente de nuestros nuevos y 
          precisos experimentos, introducir ciertas modificaciones en los conceptos 
          fundamentales de espacio, tiempo y movimiento.
 En el campo de la experiencia ordinaria, sin embargo, las desviaciones 
          introducidas por la física moderna en las nociones tradicionales 
          son insignificantes. Nada impide, por otra parte, imaginar mundos sometidos 
          a las mismas leyes que el nuestro, pero con diferentes valores numéricos 
          en las constantes físicas que determinan los límites de 
          la aplicabilidad de los antiguos conceptos: de esta manera, las ideas 
          correctas de espacio, tiempo y movimiento, que la nueva ciencia alcanza 
          solamente tras investigaciones tan largas como complejas, se volverían 
          patrimonio común, hasta el grado de que cualquier salvaje en 
          semejantes mundos estaría, sin duda, bien familiarizado con los 
          principios de la relatividad y la teoría cuántica, los 
          que incluso aplicaría a sus necesidades más inmediatas 
          o a la caza, por ejemplo.
 
 El héroe de las historias siguientes va a parar, en sueños, 
          a varios mundos de este tipo, en los cuales los fenómenos que 
          suelen escapar a nuestros sentidos aparecen tan exagerados que resultan 
          fácilmente observables, como los demás acontecimientos 
          de la vida cotidiana. Confiamos en que las extraordinarias experiencias 
          del señor Tompkins en estos mundos ayudarán al lector 
          a formarse un cuadro claro del trasfondo oculto del mundo físico 
          que nos rodea.
 
 Como Apéndice a estas historias se incluyen tres de las conferencias
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          del profesor acerca de la relatividad y la teoría cuántica, 
          dirigidas al oyente ordinario. La asistencia a esas conferencias indujo 
          en el señor Tompkins los sueños que vamos a relatar. En 
          estas conferencias, cualquier lector —con cierta idea de los elementos 
          de la física clásica— encontrará un análisis 
          de los hechos e ideas que han introducido modificaciones revolucionarias 
          en los conceptos físicos, e igualmente la explicación 
          de los numerosos acontecimientos inesperados que salen al paso a nuestro 
          héroe.
 
 Es un placer para el autor expresar aquí su agradecimiento al 
          doctor C.P. Snow, quien publicó por primera vez estos sueños 
          en la revista Discovery, y a la Cambridge University Press por 
          la excelente edición de esta obra.
 G. GAMOW Universidad George WashingtonMarzo, 1939
 *En esta edición deFondo 2000sólo se 
            incluye la primera. |